viernes, 29 de mayo de 2009

C A R N E


MANU
Cuando era chico y tuve que desnudarme frente al médico por primera vez tenía once años, me dijo que me desnudara y le hice caso… pero no pude evitar que se me parara.

NICO
Y el que te dijo

MANU
Que era puto

NICO
Y eso te ofende?

MANU
Bueno no, pero digamos que no es la mejor manera de enterarse que sos puto… y vos?

NICO
Yo que

MANU
Digo, vos?, como te enteraste que sos puto?

NICO
No se

MANU
¿No sabes?

NICO
Calculo que de pendejo… cuando iba a natación solo a esperar que se haga la hora de las duchas… después me hacia unas pajas tremendas

MANU
Entonces lo supiste desde siempre

NICO
Aha

MANU
Que bueno

NICO
Vos no?

MANU
Si supongo que si, pero lo tenía reprimido, quizás me hacia falta encontrarme con una persona que me lo dijera.

NICO
Y fuiste al medico

MANU
(Asiente) …y a vos te gusta ser puto?

NICO
Si, porque

MANU
No se te pregunto.

NICO
A vos no?

MANU
Si, igual no tengo mucha experiencia.

NICO
Pero chupaste una pija me imagino?

MANU
Niega con la cabeza

NICO
Te cojieron?

MANU
Niega con la cabeza

NICO
Sos virgen?

MANU
Si

NICO
Y te gustaria dejar de serlo

MANU
Si pero no tengo con quien

NICO
Yo conozco a mas de uno que te harian el favor

MANU
Y vos? No me harias el favor?

NICO
(muestra el pito flaccido)
Esta muerta pero si la chupas se para

viernes, 22 de mayo de 2009

POR MI CULPA, POR MI GRANDISIMA CULPA

Fui a almorzar algún lugar cerca de la ruta, porque necesitaba escribir y ese lugar, (esas calles inmensas donde los autos viajan a la velocidad de un rayo y esa vista placentera que te permite ver el horizonte cuando manejas aunque ese horizonte sea un cielo celeste inmenso y torturador), me inspira. Además seguía latente algo y desde ayer que no paraban de venirme imágenes todo el tiempo y trataba de bajarlas al papel pero no daba a basto. Era demasiada inspiración junta. Hacía mucho tiempo que no me sobraba inspiración. Escribí un par de líneas. El día transcurrió calmo y sin sobresaltos, cuando cumplí con una considerable cantidad de palabras que traía conmigo decidí volver. De regreso a casa, me atacó el hambre. Estacioné el auto en una estación de servicio sobre la ruta y entré al autoservice y me pedí un café con dos medias lunas de manteca. La cajera me llamó la atención, era una japonesa de alrededor de unos 25 años con una piel mas blanca que la leche. Y en ese momento se me ocurrió empezar a escribir una historia de mafiosos japoneses que usurpaban una estación de servicio y se hacían millonarios, pero el dilema estaba en que la joven hija del matrimonio de japoneses estaba como una especie de esclava ad honores se había enamorado de un argentino y que por la religión que profesaban no le permitían formar una familia con una nacionalidad extranjera. Y la historia terminaba con un final triste y un mensaje claro: la japonesa tenía toda la plata del mundo pero no podía ser feliz. Y después se me ocurrió una segunda parte: cuando ya estaba destinada a la temible soledad y a su rutina de cobranzas, llega (por esas casualidades mágicas de la vida que suceden solo en las novelas) un japonés a comprarle un café con dos medias lunas y se terminaban enamorando. Tienen hijos, comen perdices y la felicidad le dura toda la vida.
Volví a mi café y a mis medias lunas cuando me distrajo una sirena de ambulancia que sonó estrepitosamente. No sé en que momento exacto fue que ocurrió pero ocurrió: ¡La japonesa se había desmayado! Por un minuto creí haberla engualichado. Y a toda velocidad la subieron a una camilla y la metieron en la ambulancia y nunca más la vi. Y miré instintivamente a mí alrededor y los pocos que estábamos en el local nos quedamos consternados. Incluso una vieja que estaba sentada a pocos metros míos lloró. Su llanto duró un segundo hasta que volvió a dirigir la mirada a su café que revolvió desdeñosamente. Era raro, como si hubiera estado premeditado porque era increíble con la velocidad con la que la asistieron. La vieja me miró y actué un par de caras como si me hubiera caído un balde agua fría. Me sentí su cómplice. La vieja me miraba con ganas de hablarme, de hacerme esos comentarios “clásicos” que se hacen en estas ocasiones pero preferí no darle cabida. Tomé de un sorbo mi café, tomé las medias lunas y antes de irme le dibujé una sonrisa amable pero irónica.
Cuando me quise dar cuenta, ya estaba en la ruta de nuevo, manejando camino a casa pero esta vez si me obligué a no detener el paso y a no pensar en otra cosa que no fuera mi historia.

jueves, 21 de mayo de 2009

C E C I L I A

Se llamaba cecilia aquella mina
Tuvimos una historia muy divina
Y a pesar que siempre coincidimos
El destino separó nuestros caminos

Bastaba con solo a ella mirarla
Y sus mejillas se ponían coloradas
Radiante fulgoroso su peinado
Un lacio y un color muy envidiado.
Naturales como cada uno de abriles
Recordados por infanto juveniles.

Y quince de los años que tenía,
Los pasamos en el limbo de la vida
Y a pesar de aquello que nunca se olvida
Tertulias, un festejo una salida.

Y el amor lo hicimos tras unas montañas
Que quedaba en una plaza en las vías
Y el tren era un cómplice extraño
Y el subi baja un ascensor que nos movía.

Y un gordo muy estúpido engreído,
Que además de gordo se hacía mi amigo,
Se cogió a mi a cecilia a escondidas
El traidor se fue con ella y ella ardía
De la nuca me puso ese día
El gordo se cogia a mi cecilia.

Y pensar en vacaciones compartidas
Y en los sueños que soñamos aquel día
En que ella me propuso separarnos
Y la imagen se venia a mi retina
Cecilia
Cecilia, te perdía

Y el tiempo quiso que lo maduremos
También fue a tu lado mucho tiempo
El hombre que escribió nuestras canciones
Atisbó bajo la luna aquella noche
En donde ella me llenaba de reproches
Y yo sentía la perdía.

La vida se teñía a cada paso
De un rosa griselado y apagado
De tanto en tanto fumaba en una esquina
Y tal vez ahora que la tengo lejos
La añoro mas ahora de perdida.

Cecilia,
Cecilia, te perdía.

Sin embargo que noches de la infancia
En mi cama yo soñaba con cecilia
Escuchando en compactos y cassettes
La canción que acompañaba mi vigilia.

Una tarde al volver a verla
Descubrí que su cara era perfecta
Bailarina de comparsa y de fiestas
Compañera de la vida y emociones


Cecilia con el tiempo fue creciendo
También fueron creciendo sus dos pechos
Sus piernas eran dos monumentos
Que flanqueaban a veces con el tiempo

Cecilia padecía de belleza
Encontrandose garrones en la mesa
A cada paso se sentía perdida
A cada beso, bronca y despedida
Y caminando ciega por la vida
Encontró al amor de su guarida


Y encontró a un amor muy verdadero
De esos que perduran con el tiempo
Aquellos se hacen fuertes con tormentas
Y a veces se decaen con el viento


Cecilia,
Cecilia, te perdía.
Cecilia,
Cecilia
Cecilia
Cecilia.