NORMA (45), ama de casa esta en su casa, sentada en su escritorio, frente al teléfono que mira ansiosamente. El teléfono comienza a sonar, se asusta, lo mira, respira hondamente y atiende.
…Hola…sí, ella habla…. Doctor, ¿le puedo pedir que me diga la verdad?...
Norma se queda atónita, se le cae una lágrima que recorre todo su rostro hasta morir en su boca. Corta despacio, casi por inercia. Se seca los ojos, duda, se levanta y camina hasta la cocina, abre la llave de gas, duda de nuevo, se acerca a la hornalla y huele el gas. Se queda un buen rato, se empieza a sentir mareada. Cierra la llave de gas y se echa a llorar. Saca fuerzas de donde no tiene y se levanta. Camina hasta el baño, abre el botiquín y saca un frasco con pastillas, las vuelca todas sobre la palma de su mano, vuelve al escritorio donde se sirve un vaso de agua, suspira, se embucha las pastillas y mira la foto de su familia que hay sobre el escritorio, las escupe. Agarra los análisis que están sobre el escritorio, los rompe. Cierra los ojos, los vuelve a abrir. Se levanta, va hasta el cuarto, se cambia de ropa, va al baño, se maquilla, se perfuma, agarra un bolso, la llave y se va.
Al mes siguiente los familiares de la foto visitan la tumba de NORMA y le dejan flores.